El Pasajero: (Apareciendo a espaldas del Chacarero) - ¡Eh, buen hombre...! ¡buen hombre! (Como el Chacarero no le atiende), ¡ni que fuera sordo como yo! (le toca un hombro) ¡Oiga!
El Chacarero: ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Qué desea?
El Pasajero: Usted, que ha de conocer estos pagos...
El Chacarero: Sí, señor, Rudecindo Lagos. Para servirle.
El Pasajero: Hágame el favor de hablar más alto, porque soy bastante sordo.
El Chacarero: ¡Si no grita más no podré entenderle porque soy un poco torpe de oido!
El Pasajero: ¿Podría indicarme dónde queda la estancia "Los Leones"?
El Chacarero: ¡Claro que tienen fragancia mis melones! Es que son muy buenos. Le haré traer a algunos para que los pruebe.
El Pasajero: ¿nueve? ¿nueve qué? ¿nueve leguas? ¿tanto? ¡no puede ser!
El Chacarero: (Por la Ptrona que aparece en este momento en la puerta del rancho). Sí, esa es mi mujer. (A la patrona). Oye, tócale a este hombre una docena de melones, para que elija algunos.
La Patrona: - ¡Ajá, muy bien! ¿Psí que este caballero quiere tener relaciones con nuestra hija! Tanto gusto. Señor, en seguida se la presentaremos. (Gritando hacia el interior de la casa). ¡Mariquita!... ¡Mariquita!... Esta chica es más sorda que yo, todavía... Un momentito, síéntese... (Se introduce en la casa).
El Pasajero: ¿De modo que Usted dice que la estancia "Los Leones" queda a nueve leguas de aquí?
El Chacarero: - Sí, Señor; se lo he dicho y se lo repito. La fragancia de mis melones es exquisita...
(Aparece la Patrona con la Sordita).
La Patrona: - No grites, hombre; aquí esta Mariquita. (A su hija) Buena hija, aquí tienes a tu pretendiente...
La Sordita: ¡Ay, mamá! ¡Cuántas veces quiere que le diga que no me duelen los dientes ni nada?
La Patrona: ¿Que no tiene nada? ¿Y tú qué sabes? A lo mejor resulta que es dentista.
La Sordita: ¡Mamá, por favor! ¿Para qué quiero un dentista, si yo no tengo enferma la boca?
La Patrona: Ya sabés que tu madre, pocas veces se equivoca. Ha de ser dentista, no más.
El Chacarero: ¿Y los melos, mujer?
La Patrona: Es lo que yo le digo. ¿Por qué te ponés así, hija?
El Chacarero: Pero, si no le traes ninguno, ¿cómo quieres que elija?
La Patrona: Es qu etú ya sabes cómo es otra niña; ella quiere salir siempre con la suya. (Al pasajero) Esta es mi hija. Se llama Mariquita.
El Pasajero: ¿Cómo cerquita, si su esposo me ha dicho que faltan nueve leguas?
La Patrona: (Al Chacarero) ¿Qué dice este hombre de las yeguas?
El Pasajero: Si, y como ya quedan pocas horas de luz.
La Sordita: No, todavía no soy señora.
El Pasajero: No sé ni siquiera si es bueno el camino.
La Sordita: ¡Ah!, Ya entiendo: ¿llegando a la tranquera, sigo hacia la derecha? ¿Y de ahí, a "Los Leones"?
El Chacarero: ¡Ah, como buenos, le aseguro que son buenos! Y puede mandarle todos los que quiera...
El Pasajero: Sí ya me dijo la señorita: de la tranquera a la derecha.
La Patrona: Yo no digo que Usted no la quiera a la chica, pero convendría que fijara fecha o no.
El Pasajero: (Desapareciendo) Hasta otra vez, y perdonen la molestia.
La Patrona: ¡Oiga, oiga! ¡Más bestia será Usted, atrevido!
El Chacarero: ¿Qué? ¡tiene razón!, ¿o iba a esperar hasta mañana a que le trajeras los melones?
La Patrona: No y no. Jamás consentiré que nuestra hija tenga relaciones con semejante gente.
La Sordita: Déjelo que se vaya; total aquí nadie le duelen los dientes...
El Chacarero: No es que te lo reproche, pero hubiera comprado tres o cuatro...
La Sordita: ¡Ay, qué bueno eres papá! ¿Qué mamá? dice que esta noche nos llevará al teatro a ver las comedias.
La Patrona: ¡Cierto!, ya me había olvidado de que tenía que zurcirle las medias. ¿Sabñes dónde he dejado la lona azul?
La Sordita: ¡No me digas! ¿La Comedia de Barba Azul? ¡Qué bonito título! ¡Ay, qué contento estoy madre mía!
La Patrona: Es lo que le digo siempre a tu padre; ¡que Dios nos conserve esta armonía!, porque el día que no nos entendamos, esta casa será un infierno...
Sonia Viveros, José Cuevas, Sabrina Guitian y Francisco Mopardo, de 2º 3ª B.
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